ZAPATILLAS

Hay una manera muy simple de saber cuando un frenji (extranjero que vive en este país africano) está a punto de marcharse: basta mirarle las zapatillas. Si empieza a tener agujeros en las zapatillas, está a punto de marcharse. La explicación viene dada por el hecho de que ningún frenji osaría comprarse zapatillas aquí. Las de calidad Europea cuestan más que en Europa y las de calidad Made in China inevitablemente tienen un 60 por ciento más de plástico del que aparentan entre las diversas capas de tela sintética, con lo que el pie te suda que es un gozo. Por eso, los frenjis que acaban de llegar y los turistas siempre llevan zapatillas nuevas. Cuando se te rompen, es hora de volver a casa.

Lo de los agujeros normalmente te pasa el último mes de estancia aquí, justo cuando llegan las lluvias, por lo que todos los frenjis (al menos los que vamos a casa una vez al año) en julio solemos llevar los pies en remojo. Nos hace ilusión pensar en lo bonito que será entrar en un Decathlon a comprarnos otras zapatillas.

Yo hace días que comienzo a sentir las piedras debajo del dedo gordo, donde siempre me sale el primer agujero. Me da bastante pena, porque este año ya no tendré que comprarme dos pares de zapatillas: las de trabajar y las de salir de cena una vez al mes. Este año tendré que ir de rebajas, pero a ver si encuentro una vida nueva.