GANGSTA'S PARADISE

Hoy nos ha pasado una cosa bastante alucinante. Bueno, no tan alucinante, pero no habría esperado que me pasara aquí.

Hoy es día de fiesta nacional. El motivo de la fiesta depende de qué traducción leas en la agenda amárico-inglés. En la parte inglesa, la fiesta de hoy conmemora la caída de la dictadura de Mengistu Hailemariam. En la parte amárica, la fiesta conmemora el triunfo del actual partido en el poder ante la dictadura del ya citado Mengistu Hailemariam. Una pequeña diferencia de matiz que explica bastante bien lo que hace el gobierno por aquí, que en inglés, y de cara a la comunidad internacional, es súper democrático; y luego, en amárico, y para los locales, perpetra sistemáticamente una propaganda descarada y una censura sin complejos.

Bueno, sea por lo que fuere, hoy es fiesta nacional y a los niños los hemos enviado media horita antes a casa. Y, junto a la catalan girl y a la voluntaria italiana y sus dos niños, hemos decidido irnos de bares, esto es, a una cafetería que han abierto hace poco a la entrada del barrio.

Allí están construyendo una de las cosas que más me recuerda a España: las VPO locales. Han construido cincuenta mil en toda la ciudad. Son apartamentillos de una, dos o tres habitaciones. Cuenta total. Esto es, una habitación sin cocina, sin baño, sin salón. Una habitación. Abrir la puerta y cuatro muros. Basta. Lo mismo para los de dos y tres habitaciones. Las cocinas y los baños son comunes para todos y están en los patios interiores. Que yo, desde que me enteré, siempre he pensado que los que viven en el cuarto piso a lo mejor el primer día si que se suben y bajan los cuatro pisos para ir a mear, pero que en menos de una semana estarán tirando sus residuos orgánicos por las ventanas, vamos, descarao.

Lo mejor es que la gente por aquí no sabe vivir en apartamentos. Están acostumbrados a vivir en las chabolillas y cosas como la cuenta de la luz, el pagar el agua a final de mes, constituir una junta de vecinos, limpiar a turnos los baños comunes...son utopías organizativas, vamos. Pero este gobierno no se rinde fácilmente, y ha iniciado un programa de instrucción en la radio donde cada semana tratan uno de estos interesantes temas y le enseñan a la gente cómo vivir en ratoneras.

Bueno, pues a raíz de este boom inmobiliario están proliferando los pequeños comercios, y resulta que han abierto un restaurante bastante apañao, donde dan unos zumos estupendos (de mango, de papaya, de aguacate, de piña...) por 40 céntimos de euro. Y allí que nos hemos ido.

Mientras estábamos allí tomándonos el zumo, ha entrado un tipo vestido un poco macarra y apestando a alcohol y se ha puesto a jugar con uno de los niños de la italiana, que hace mucha gracia porque es adoptado y, aunque es de color, sólo habla italiano. Y allí es cuando se me ha atragantado el zumo, cuando este tipo se agacha para coger al niño en brazos, se le levanta la camiseta y le veo la culata de una pistola. Escalofríos me han dado. Discretamente, le he hecho notar a la italiana que su hijo no sólo estaba jugando con un borracho, sino que además este borracho iba armado. Y, en cuanto el borracho ha salido del restaurante para arreglar lo que parecía un asunto de drogas (lo juro que parecía eso) con otros borrachos, hemos pagado apresuradamente y nos hemos ido por la puerta de atrás sin mayores problemas.

Lo que más me ha impactado de la anécdota es lo rápido que se recuerdan algunas sensaciones, como el escalofrío de ver a alguien armado y eventualmente peligroso. El cague que te da y, al mismo tiempo, cómo sabes exactamente lo que tienes que hacer: tranquilidad, no darle importancia y desaparecer lo antes posible. Supongo que hay cosas que no se olvidan. El miedo a lo irracional, a la estupidez, a estar en el lugar equivocado en el momento incorrecto, es una de ellas.