POSTAL

Queridos amigos del blog:

Os escribimos para contaros las últimas novedades acontecidas en nuestra vida. Si visteis ayer Antena Aragón, ya sabréis que el bote más cuantioso entregado por la Quiniela en todos sus años de historia fue a parar la semana pasada a nuestras manos. La Maru recordó que llevaba el boleto ganador en el bolso cuando fue a comprarse la pomada para el ojo a la farmacia. No queríamos que se supiera, por eso seguíamos escribiendo como si todavía viviéramos allí, con vosotros.

Ya la semana pasada Burbuja abandonó su actual trabajo en Madrid, se pilló un puente aéreo a Monflorite donde inició las negociaciones para adquirir el jet particular que, a buen seguro, íbamos a necesitar. La Burbu siempre ha tenido ese punto previsor.

Maru, como es funcionaria, ha preferido pillarse una excedencia, porque nunca se sabe cuándo se nos acabarán los 60 millones de euros (20 por cabeza) que nos han quedado limpios de polvo y paja.

Servidora, que conoce algo de mundo, consiguió cerrar en un tiempo récord la venta de una preciosa mansión en el litoral del Caribe costarricense, desde donde os escribimos. Hemos llegado hace cuatro días y nos está encantando. Los rayos del crepúsculo nos acarician la piel que, nada más bajar del avión, ya se nos ha bronceado. Debido al jet lag hemos perdido siete kilos cada una y el resto de nuestra masa corporal se ha reubicado exactamente donde hubiéramos soñado.

Ya hemos conocido a nuestros vecinos. ¡Quién hubiera dicho que Brad tenía una mansión secreta para escapar del stress que le produce su relación con Angie! George es también bastante majo, lo mismo que Keanu, que nos ha comentado que pasa una temporada alejado del mundanal ruido. De vez en cuando da un poco la brasa con la guitarra eléctrica, pero se le perdona todo porque el resto del tiempo nos cuenta unas anécdotas increíblemente divertidas de su acabado romance con Diane Keaton. Se han ofrecido a pillarnos unas entradas para los Oscars de este año, y, aunque nos parecía mal que se tomaran la molestia, han insistido tanto que al final hemos accedido incluso a acudir a la fiesta que darán juntas Madonna y las hermanas Minogue después de la ceremonia. Menos mal que nos quedará tiempo para pasar por el Plaza a cambiarnos los Jimmy Choos entre una cosa y otra.

Nuestra corte de sirvientes nos trata encantadoramente bien. Sólo saben hacer langosta y preparar mojitos, pero estamos instruyéndoles nosotras mismas. La Maru, que es muy apañá, ya les ha enseñado a hacer paella y migas, aunque, que queréis que os diga, con este sol radiante, tampoco apetece mucho comer caliente.

La arena que cubre la playa a la que se abren nuestros dormitorios es tan blanca que deslumbra. Los días se deslizan perezosamente. Hoy tenemos barbacoa con nuestros vecinos. Habrá que surtir el minibar de la piscina. Milagrosamente, nos hemos convertido en bilingües, por lo que mantenemos largas y divertidas conversaciones con ellos.

Os dejo. El olor de la langosta y los cocos recién abiertos me llegan entre las cortinas de la habitación. Oigo el mar y me trae recuerdos de nuestra vida anterior... De vez en cuando nos da algo de nostalgia pensar en “antes”, pero Burbu aprendió a pilotar y, con el jet privado, de aquí al Cubitos son seis horas escasas.

Yo también he aprendido a manejar nuestra pequeña lancha a motor. El velero se me resiste pero tengo tiempo para aprender. Con tantas novedades se me ha olvidado lo que es un curriculum vitae.

Ya si eso nos vemos.

Un abrazo:

Burbuja, La Maru y Kaktus