Todas Putas
Pues sí… eran pocas y parió la abuela. Servidora responde a Ardid, que queda como muy poético (no es mío, es de Ana María Matute).
Ardid no va de festivales. Ardid no va a conciertos. Ardid pasa sus días acordándose de cuando era rica y se podía permitir enloquecer en el Zara. Ardid hubiera querido ser Carolina de Mónaco, pero los envíos postales están fatalmente mal y acabé en este pequeña ciudad de provincias, tipo la Vetusta de Clarín, pero sin tanto calor (lo leí hace tiempo, pero mi impresión sigue siendo de una ciudad con mucho calor, no sé por qué).
Ardid habla de sí misma en tercera persona porque, en el fondo, cree que Aída Nízar no era tan cretina como parecía. Ardid se va en pocos días hacia su pozo de miserias más allá del Ebro y del mítico Bar de Moda. Ardid dejará un vacío en la hostelería local que ni todos los alemanes del mundo podrán llenar (sobre todo desde el punto de vista económico, no nos engañemos).
Ardid quisiera comprarse una disco móvil e ir de pueblo en pueblo, animando las fiestas y poniendo Reggetóns a todo volumen. Ardid quisiera librarse de esa estupenda conciencia que tiene que no le permite ir de bares todo el año, como realmente sería su deseo. Ardid no tiene novio, pero tiene conciencia. Dicho sea de paso, la conciencia carece de sex-appeal, con lo cual Ardid está más sola que la one.
Ardid, by the way, ha aprendido idiomas en los dos últimos años. Muchos, demasiados. Ardid se despierta y, buscando las traducciones, se hace un lío y no sabe expresarse. Ardid tiene dos únicas seguridades: cerveza hay en todo el mundo mundial y dentro de un año los bares seguirán abiertos. Y el 9 de Agosto seguirá siendo San Lorenzo. Ardid podría volver a casa por Navidad, pero prefiere reservarse para las fiestas mayores. Como las mairalesas, pero sin tacón. Ardid, si fuera mairalesa, se llevaría las copas de la recepción del Ayuntamiento debajo de las enaguas. Ardid, dicho sea, es un poco manganta. Ardid aspira a ocupar el lugar de la pequeña Leonor cuando se descubra que la niña nos ha salido un poquito border-line, es decir, limitá.
Ardid tiene a Maruja y La Niña del Gintonic como compañeras de viaje. Las tres tenemos a Adolescente Perpetua que, anclada a su barra de bar, se nos ríe. Tres solteras. Tres vidas. Tres sueños. Tres modos de vivir un concierto, el de la vida. Cansaítas las tres de tirar del carro de nuestra soledad. Y no por falta de pretendientes, que el Lejías nos sigue gritando “Guapas” cada vez que nos ve pasar con nuestros flequillos escalaos al viento. Es un problema de carácter, que dice mi madre. Del de ellos, que le digo yo. Y de las muchas guarras que andan sueltas por ahí con camisas de rasos, que se venden por menos de ná. Ya quisiera venderme yo, pero como que el mercado, en determinados targets, está como copao. Mucha competencia es lo que hay. Desde que no hay vocaciones religiosas, todas putas.
P.D: Por ser esta mi primera entrada, ni links ni leches marineras. Bastante hago, que tengo ya las maletas cerrás. Besines a mis dos chicas preferidas. Suerte con la remodelación de potorro.
P.D 2: Lo de Todas Putas es para empezar con un título polémico, que vende aunque lo de dentro sea una basura.
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