28 septiembre 2008

Periferias' (de Zaragoza) Tour



Hace ya algunos días nos fuimos con la Maru a ese sitio que abrieron en Zaragoza donde se pueden ver cosas traídas de los cinco continentes: el Ikea. Servidora nunca había estado en uno y fue toda una experiencia que paso a relataros, más que nada para que veáis que hacemos más cosas aparte de ir de bares.

Planeamos la jornada ideal para todo HTV: H&M de Grancasa e Ikea. Ir de uno a otro sólo nos costó una hora y cuarto, maravilloso tiempo que dedicamos a conocer ese mundo inexplorado que es la periferia zaragoceta, con parada en MercaZaragoza, Santa Isabel y Valdespartera (a.k.a. Finisterre). Todo esto pasando de nuevo por Villanueva de Gállego y aledaños. En un ejercicio único de reinvención –cágate, Madonna-, La Maru olvidó que nació y se crió en el Actur, y esta recién asumida identidad foránea le dio la posibilidad de contemplar los aledaños de su ciudad natal con una mirada limpia y libre de prejuicios y orientación. Vamos, que dimos más vueltas que un pirulo, jurando en todas las lenguas que nuestra educación general básica nos permite.

Una vez ya en el Ikea… sin palabras. No sé para qué hicieron la Expo, si ya tenían el Ikea. Qué de cosas… Made in India, Bangladesh, Paquistán… países algunos de ellos que uno piensa que están en guerra, y resulta que no, que lo que están es fabricando alfombras de baño para el Ikea. Amazing, maritú.

Yo, al cabo de un rato, me noté la lengua seca. Me dí cuenta de que llevaba dos horas con la boca abierta y me había deshidratau. Es lo más cerca que he estado del Síndrome Stendhal.

Lo bonito del Ikea es que te amplía horizontes. Descubres que necesitas imperiosamente cosas que jamás habrías imaginado: fundas para trajes en dos colores, un cuchillo trinchador… La vida doméstica está llena de posibilidades e Ikea te las ofrece todas.

El objetivo final de nuestra visita a ese parque temático del menaje de cocina y los complementos del hogar tenía dos nombres: Billy y Cüllen, armario y estantería respectivamente. Y ahí que nos fuimos, después de cuatro horas probando colchones, meciéndonos en sillas de diseño, abriendo cajones y toquiteando toda la tienda, a buscar a nuestros nuevos amigos.

Entonces empezó el desafío de nuestra pequeña excursión. Desde aquí lo digo: los señores de Ikea son tontos. Si vendieran al peso, se sacarían mucha, mucha más pasta. 130 kilazos de muebles, desigualmente repartidos en tres paquetes. Todo un reto, teniendo en cuenta que yo personalmente nunca pido litros en los bares porque se me cansa la mano; y que La Maru en sus tiempos de hostelería se levantaba las cajas de cincuenta coca colas con el meñique del pie, pero la comodidad del funcionariado le ha robado cierto tono muscular –no es un reproche, es la realidá-.

Y el carrito para paquetes grandes, que tan mono se veía, resulta que con tanto peso no tiraba ni pá´lante ni pá´tras y había que guiarlo. Un cuadro. Y ahí, cuando te ves con la gotilla de sudor que te resbala por la sien, intentando encaminar los carros para el ascensor, mientras piensas que deberías haberte puesto cinturón porque al agacharte se te ve todo el lomo y lo que ya no es el lomo, es cuando te da por pensar. Para los que no lo sepáis, la Maru ha tenido varias relaciones de larga duración, durante las cuales lo máximo que hizo por su vivienda fue poner cortinas. Y ha elegido este momento tan bonito de su vida, en el cual está más sola que la una, para ponerse armario y estanterías nuevos. Así es la Maru. Paradójica. Además, cuando me decidí a compartir esta reflexión con ella, nos entró la risa y ya la única fuerza que podíamos hacer era la de aguantarnos el pipí.

Final feliz cuando logramos cargar los paquetes en la fragoneta que nos había dejado mi papa. Efímera felicidad esta, que nos duró lo que tardamos en llegar a Huesca y evaluar el traslado de los muebles desde la fragoneta hasta la casa de la Maru. Descartado el subirlos a pulso hasta su cuarto piso sin ascensor (ahí donde veis a la Maru, tan animosa ella, casi me escupe cuando le sugerí que “en diez minutos los subimos y ya”), optamos por dejarlos en su ground floor level trastero, con la estrategia de que, una vez allí, ella los subiría a su casa tablón por tablón. A falta de superpoderes, la verdad es que somos bastante apañás.

Lo de llevarlos al trastero fue una epopeya que ríete tú de la Odisea. Nos tuvo que ayudar hasta el jardinero del bloque de pisos, un señor encantador que ya no cumplirá los 70 y cuya insistencia amenazó con hacernos acabar la jornada en el hospital, dado que parecía más que probable que el pobre hombre acabara doblado en dos cargando el armario Cüllen. Durante el traslado aprovechamos para customizar los muebles con molduras en algunos de los cantos. Es lo que tiene arrastrar las cosas escaleras abajo, que a veces pierdes el control. Yendo al Kafka a las cinco de la mañana también puedes perder el control, pero esa ya es otra historia y no me corresponde contarla a mí…

Maravillosa república independiente, esta nuestra vida cotidiana…

(es que me he dado cuenta de que había acabado la crónica sin usar lo de la república independiente y parece que si hablas del Ikea y no lo usas, como que falta algo). (Ya).


7 comentarios:

HombreRevenido dijo...

Al Ikea hay que ir a ver, no a comprar.
Ahora mismo comprar está mal visto.

Superafavor de la frase del Ikea y la Expo. Y de todo lo demás, claro.

La próxima vez que necesitéis a un hombre fuerte que os ayude a subir muebles me llamáis. Aunque ya sabéis que mi móvil a veces se corta y eso.

Anónimo dijo...

BUeno, ademas de ir de compras hicisteis turismo, y eso nunca esta de mas, aunque en mis lugares de mi lista "a visitar" no incluirira Zaragoza.jejeje

la maru dijo...

Cuando dijiste que contarías lo de nuestras vacaciones en el Ikea no pensé que fueras a dar tantos detalles de mi miserable vida. jajaja Cuándo volvemos? Podemos pasar también por PLAZA, a ver qué encontramos de más de 100kilos.

Dina dijo...

Peeeeeeeeeeeeero... ¿que también estuvisteis en Santa Isabel?... la próxima vez quizás sea interesante que llegueis a traves de Teruel... o de Valencia... o de....

Anónimo dijo...

y yo que pensaba que ikea era un suministrador internacional de lápiceritos... fijate, asi que venden muebles...

Florencio dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Herzog dijo...

Esto es mejor que la eneida, te ha faltado por poner mas mitologia, y mas personajes pero ha estado bien.
Pero a mi no es k sean tontos, sino a saber la calidad de los muebles, y lo que me inquieta mas la comida es demasiado barata, reciclaran de las basuras, seran los ikeas los nuevos chinos, vamos k no hay gatos por los alrededores, kien sabe.

Pa la proxima os ayudo, solo hace falta que digias mi nombre delante de un espejo con un cuchillo cinco veces, y aparecere.