Doctor de qué padezco?
…lo que usted sufre es una maldición.
Así empezó mi semana pasada, lo cual no auguraba nada bueno.
El lunes me acosté perfectamente y el martes tan apenas podía incorporarme de la cama. Pensé que había sido atacada durante la noche por “el fantasma Tocahuevos” , pero no fue así. Me volví a quedar bloqueada de las cervicales. Volví a convertirme, según definió PequeñaSilvi, en Robocop, y según otros amigos, en Cuelloduro.
Mi ángel de la guarda, a la que conocéis como Dina, me acercó al hospital y el médico que me atendió, dictaminó que lo que yo padecía era una maldición. Una hora y un gotero después, mi angelico de la guarda me devolvió de nuevo a mi cama. Las dos bolsas, que goteaban valium y anti-inflamatorios, fueron introduciéndose en mi cuerpo, hasta que alcancé ese estado de inconsciencia, en el que ni sientes ni padeces. Martes perdido.
El miércoles, todavía en estado de somnolencia provocado por las drogas, me fui a trabajar, o mejor dicho, a estar en mi puesto de trabajo, porque lo cierto es que, me costaba mucho concentrarme.
El jueves, en vista de mi escasa mejoría, decidí dejar los anti-inflamatorios y volver a visitar a mi Brujo, para que hiciera budú conmigo, clavándome agujas de acupuntura. Y la verdad es que me ha ido muy bien.
El viernes era el día. Mi compañera de piso me abandonaba, cambiando mi compañía por la de sus padres. Lo cual es algo que, tenía que pasar algún día. Y a pesar de que debería estar acostumbrada a ese destino, siempre siento tristeza, al quedarme sin esa familia provisional, en la que se convierten mis compañeras de piso. Besos y abrazos antecedieron a las lágrimas y a la despedida con un - “Nos volveremos a ver pronto o al menos, desearemos que así sea”.
Media hora después, me llamó Pei. La típica llamada de los viernes.
-“…Mari qué haces, tengo un montón de planes para esta noche, a ver cómo hacemos para llegar a todo…por cierto, qué te pasa que te noto callada?…”
-“…sniff, sniff! No me pasa nada, Pei, sólo estoy triste que se acaba de marchar mi compi…”
-“voy para allá ahora mismo y charramos, o prefieres quedar a echar una caña, compramos cena y así me te animas?”
-Hecho. Dame media hora, me seco las lágrimas y bajo a buscarte.
Y ahí ya me dije, quién quiere un novio teniendo a Pei de amiguísimo.
Una jarra de cerveza después, estábamos riéndonos y haciendo planes para el resto del fin de semana.
Moraleja: Teniéndo buenos amigos, (estén cerca o lejos), todo es susceptible de mejorar.
Gracias a todos los participantes en esta historia por estar en mi vida.