Post-San Lorenzo: Fatal de lo suyo

Visto que tenemos a la pobre Maru exprimiéndose las neuronas en el loable empeño de amenizaros el verano, me compadezco y, tras meses de ausencia en este nuestro blog, vuelvo. Y vuelvo -no podría ser de otra manera- para contaros una experiencia que marcará un antes y un después en nuestras vidas. Nos asomamos al abismo, paladeamos su negrura, y hemos vuelto para contarlo. Fuimos al concierto de Conchita.

Conchita -los que escuchamos Cadena Dial lo sabemos- es esa cantante que no es Merche y que nació en Finlandia, pero que parece nacida en una versión mortecina y mustia del Mágico Mundo de Tarta de Fresa. Porque Conchita, colega, ha sufrido un huevo. Como te lo digo.

La chica hace canciones autobiográficas, lo cual nos permitió intuir, a bote pronto, que había tenido un novio que la había dejado. Luego descubrimos que no era uno, que es que a Conchita la han dejado todos los novios del planeta (Tierra). ¿Que por qué la han dejado? De eso no nos enteramos. La Burbu dijo que la dejan por amargada (la Burbu puede ser algo cruel).

Como gracias a Dios todas estábamos fuera del síndrome premenstrual, pudimos contener las lágrimas durante casi todo el concierto. Porque en ese tipo de conciertos deberían prohibir la entrada a la gente hormonalmente sensible. Que como vayas recién parida o menopáusica, te puede dar una llorera de faltarte el aire para hipar.

Conchita, eso sí, a pesar de todas las adversidades, no dice una palabrota. ¿Qué le gritas a la nueva amante de tu novio?. Según Conchita, “tonta”. Según las demás “furcia”, “puta” y otras palabras bisílabas cumplen la misma función con un mayor impacto. Pero a Conchita, con llamarla “tonta” ya le vale. Que es de Finlandia.

En cualquier caso, si algo se le puede alabar a Conchita, es que ha conseguido que todas sus canciones lleven el inconfundible sello de un estilo propio. Deprimente, sí, pero propio. Hay cantautores torturados en los calabozos de la Transición que mantienen una línea mucho más optimista que Conchita.

Y luego está ese saber hacer música de la vida cotidiana. Que tienes novio, pues haces una canción. Que te deja, pues otra canción. Que te lo encuentras cuando ya acabaste la facultad, pues ya tienes medio disco. El día que Conchita tenga un roce con el coche, en vez de parte de accidentes, hará un doble CD. Ella es así, prolífica. Las musas la pillan siempre deprimida.

En cualquier caso, es un concierto que te da fuerzas para el futuro. Quiero decir, da igual lo que te pase: peor está Conchita. Y, además, descubres que, si se te rompe una uña, puedes imitar a Conchita y hacerte una canción (que incluya la palabra facultad y varias ambigüedades del tipo “tal vez”, “quizás”, “supongo” y “a lo mejor”).

Y si tu novio te quiere, bien; y si no, pues te mueres. Sin complicarte la vida, sin dramatismos. Tu flequillo cuidará de tí.