Huelga decir que...
Qué mejor actividad para un día de Huelga general, que la de quejarse.
Tras sufrir un asalto repentino a las puertas del curro por los paquetes sindicales, (nota: no es una errata), llego al puesto de trabajo puntualmente, como currante precaria que soy. No secundo la huelga porque no me da la gana perder dinero en la nómina y no encuentro una razón mejor para estar al pie del cañón una mañana más. Ahora que lo pienso tengo otra. Estoy jartita de tonterías devenidas por el gobierno, sindicatos y otros agentes sociales. Pero vamos al grano de lo que quería contaros.
La gente, el españolito medio, no deja escapar la menor oportunidad para quejarse. Y como decía inicialmente, qué mejor momento que un día de huelga para ello.
Llame al primer teléfono que tenga usted a mano y proteste. Reclame sus derechos, quéjese del Gobierno, de la oposición, de la bechamel con grumos, del transporte escolar, del elástico de los calcetines, de los funcionarios y de sus madres, o del tiempo.
Da igual el propósito de la contienda. Da igual el bando en el que se encuentre. Quéjese.
Este precepto debería aparecer en el catecismo porque sería el mandamiento mejor cumplido. Y lo bien que se queda uno! (No los dos, porque el oyente termina el día como si tuviera una resaca mala)
A todo el mundo le gusta quejarse. Tal es así que, he tenido protestas por teléfono de todos los gustos. Entre otras, apoyo algunas como, que las administraciones no tienen buena comunicación entre ellas, los funcionarios trabajan poco, el café de máquina es pésimo, este mes me va fatal pagar el impuesto, y que todo está carísimo.
Después del chorreo telefónico a lo largo de toda la mañana, he bajado al banco y el señor que amablemente me ha atendido, ha aprovechado su verborrea para hacerme partícipe de todo su descontento. Empezando por lo vagas que son sus hijas para continuar hablándome de lo mal que funciona el sistema, la sociedad, pasando a hacer referencia a sus problemas cardiovasculares y terminando con la dieta horrible que le ha puesto su médico incompetente, como no podía ser de otra manera, porque la SS funciona de pena.
No sé si hoy, en lugar de una pegatina sindical llevo la de “Acérquese y cuénteme lo suyo”, o es que la gente está muy sola y en sus casas nadie les escucha.
Lo cierto es que ha sido un día cansino, con olor a quemado, y tiempo plomizo.
Si lo sé, secundo la huelga y me quedo el día leyendo en la cama.
2 comentarios:
Es verdad, hoy a sido el día internacional de quejarse. Puede que también el de blasfemar, pero no estoy seguro.
Blasfemar, dices... puede que también. 29-Sep San blasfemio "el Quejumbroso". No suena mal.
Yo no empiezo a quejarme porque no encontraré un motivo para dejar de hacerlo.
Publicar un comentario