La madre del perro...

Ladrando salí a la calle una tarde calurosa de abril, cuando tras acercarme a la Plaza Cervantes, para hacerme el reconocimiento médico para renovar el Carnet de Conducir (sí, qué pasa? Soy mayor!), la tipa del mostrador me suelta el importe a abonar por sus servicios.
Que ya le dije –de paso, podíais haberme quitado alguna arruguilla o invitarme a merendar caviar ruso.

Setenta y cuatro Eurazos!. 74, oiga! Lo que viene siendo 12.312,56 pesetas (si la calculadora no se ha equivocado en la multiplicación). Se habrá visto barbaridad más bárbara! Seguro que en internet puedes adquirir documentación falsificada, por menos de 20€.

Pero no sólo vas allí y pagas. Además, tuve que aguantar las impertinencias de la pisicóloga, indagando sobre las drogas que no tomo, las depresiones que no sufro, el por qué no tengo marido y otras impertinencias de ese pelo, además del exhaustivo reconocimiento médico, consistente en levantar los brazos a la nuca, mirar a derecha e izquierda, una auscultación rápida y sin resultados, y leer unas letrillas para el reconocimiento de la vista.

Arrastrando los pies, con un sopor y una desazón que me consternaba toda, marche hacia casa cabizbaja, con lo ojos inyectados en sangre y rasurados por las lágrimas.

Y es que no es para menos.

Me senté en el sofá desolada por la fortuna que me acababan de cobrar y llamé a una amiga para contárselo y desahogar mis penas. Y entonces me enfadé todavía más. Resulta que, hay un “sitio” en Gran Casa que te hace el reconocimiento médico por veintitantos euros, abren el sábado por la mañana y en 10 minutos estás lista, para obtener la renovación de tu Carnet.

Es entonces cuando siento que ME HAN ROBADO.

Por eso, y como si fuera un anuncio de la Policía Nacional para alertar a la ciudadanía de la existencia de delincuentes -de los malos-, hago este Co-Publicao.