18 diciembre 2007



Como si de una premonición se tratara, como si fuera nuestro sino el que nos mostraban. Han pasado cuatro meses y el conejo vuelve a estar en el candelero.
El gobierno comunicó la subida del pollo para prevenir y aconsejar, al españolito despistado y a todo aquel que no come aves, introducir el conejo en el menú navideño. Supuestamente esta medida es para controlar la inflación, así como los gases y la gripe avial.
Tanto que nos reímos del conejo laurentino y ahora ese mismo animalillo va a desplazar a los langostinos salvajes, al caldo de gallina y el ternasco de Aragón.
Era publicidad engañosa. Realmente ya sabemos a qué se dedica el autor del cartel de San Lorenzo: es economista.

Nota: puestos a decir boberías yo digo las mías.


5 comentarios:

La gata Lola dijo...

Jo Maru a mi no me molaba nada el conejo en el cartel... pero es que en la mesa ya ni te cuento!
Y el turrón de chocolate por qué nos lo van a cambiar? Y las uvas de nochevieja?... Por guisantes congelaos, como si lo viera!
Sólo me falta oir que en vez de café nos darán achicoria... Y por allí sí que no paso. Nonono!

Tía, yo hoy también echo de menos los calentadores...

la maru dijo...

Empezaron con la ley antitabaco y coló, ahora quieren más...Ande iremos a parar!
Calentadores, dices? yo por unos calcetines secos daría mi vida. Aguantaré hasta las tres, que se le va hacer.

burbu dijo...

No me cansaré de decir que dónde haya una buena tortilla de patatas que me dejen de lujos. Y si ya la acompañas de croquetas, feliz como una perdiz.

Pequeña Silvi dijo...

Los conejitos me dan pena...como el lechón asado, que desde el horno me mira como diciendo..saaalvameeee....saaaalvameeee...eso sí, no tengo piedad con ternasco ni chuletón!!

Hoy hay que aplicarse al nórdico y buenos tragos de vodka (sin olvidar calzado de Gore-tex o similar)

la maru dijo...

Burbu, no sólo el tabaco provoca adicción, la tortilla de patata y las croquetas de mi máe también. Pero estoy contigo. Austeridad y recogimiento. Qué tanta navidad!

PequeñaSilvi a mí, lo que se dice pena, no me da ningun animalillo comestible. Pero te entiendo. Has probado a no mirarles a los ojos cuando se asoman por la puerta del horno?