LA OPINIÓN DE VACACIONES
Cuando vuelvo a la madre patria, hay varias rutinas que espontáneamente sigo: ir de tapas, emborracharse el primer viernes noche, ir a alguna boda, ver a la abuela... Son cosas que me gusta hacer y que, instintivamente, asocio con el verano. En los últimos años, he incluido otra rutina: las encuestas callejeras.
La cosa es más o menos así: tú te encuentras por la calle una chica joven (cada año parecen más jóvenes, pero no, eres tú, que eres más vieja) con una grabadora-cámara y/o cuaderno que, con cara de circunstancias, te pregunta si le puedes dar una opinión sobre, pongamos por caso, la remodelación de los columpios del parque. Yo, al principio, en una actitud claramente HTV, contestaba:
a) Voy con prisa (esto lo decías en un ardiente día de verano, con las chanclas sobresaliendo de la bolsa de la piscina que llevabas al hombro)
b) Yo de eso no entiendo. Recordemos que la pregunta era sobre remodelación de los columpios del parque, esto en una ciudad en la que, a la hora de criticar, todo el mundo entiende de absolutamente todo
c) No quiero salir en la foto (pero luego el día que me case, que no me falte mi espacio en el Ecos de Sociedad)
d) Me da vergüenza (vomitar a las cuatro de la mañana en mitad del Coso, como que no me da tanto palo)
Y así pasaba yo mis veranos, rechazando periodistas en prácticas y teniéndome mis opiniones dentro del bikini
Hasta el día en que la vida me dio una lección: me tocó a mí hacer la encuesta de marras. Porque cuando vosotros en un mass media leéis/oís: “aprovechando el buen tiempo, hemos decidido salir a la calle y acercarnos a nuestros lectores/oyentes/televidentes”, realmente quiere decir “como en esta puta ciudad nunca pasa nada, y menos en verano, estamos petaos de becarios y algo tienen que hacer, hemos decidido echarlos a la calle a preguntar opiniones sobre un tema que ni entendemos ni nos interesa”. Y es un palo. Porque en nuestra ciudad de provincias la gente, las cosas como son, no colabora para nada. Mira tú, que le cuesta a la gente soltar una parida. Si no tienes más que leer la carta semanal del obispo para encontrarlas a cienes (paridas). Pero claro, las del obispo no sirven porque sólo habla de los gays que irán derechos al Infierno y del Papa que irá derecho al Cielo, no del mural que en tiempos se pintó a la entrada del túnel de Somport (aquella encuesta fue todo un reto, porque nadie había visto qué cara tenía el citado mural).
A mí, desde que me tocó ser la becaria palurda, pues me dan una pena las otras becarias palurdas que pa qué. Por eso nunca digo que no, y todos los veranos me lanzo a pontificar sobre dos o tres temas en distintos medios. Aunque no tenga ni idea. Yo colaboro. Así, a bote pronto, recuerdo haber opinado en los últimos dos años sobre la reforma del Cine Olimpia, la reintroducción del oso pirenaico (con ejemplares provenientes del Este de Europa), la calidad de las piscinas públicas (esta la hice en bañador, pero, gracias a Dios, era para la radio), los criterios para adjudicar las Viviendas de Protección Oficial y la calidad estética de los monumentos de la Avenida de los Danzantes (en esta última, cuando me lo preguntaron, ni siquiera había visto los monumentos, pero hablé lo mismo, que yo estoy a las buenas y a la malas). Toma ya.
Y no sólo participo. Yo me lo curro. Si es para el periódico, dejo que me hagan varias fotos (mi primer impulso es decir: “no lo intentes, no vas a mejorarlo, el problema no es la apertura del diafragma”). Si es para la radio, intento soltar alguna gracieta que les dé juego en el montaje posterior. Y siempre hablo más de treinta segundos, que así tienen más frases para elegir. E incluyo siempre la pregunta en el inicio de la respuesta, que facilita mucho la redacción y el montaje. Profesional. En los periódicos me contengo porque, como digo, sale la foto y resulta que nadie compra el citado periódico, pero luego te pasas dos días poniendo cara de circunstancias cada vez que te dicen “te vi en el periódico y no sabía que fueras experta en recuperación de especies animales extinguidas”. La gente, que no me ve cara de experta. En la radio, sin embargo, te puedes liberar más, porque en verano nadie la escucha.
Como os digo, con el tiempo les coges cariño a estas cosas. Y, lo confieso, el verano pasado hasta las buscaba (otra cosa que no me gustaba en mis tiempos de becaria, que la gente se cambiaba de acera cuando te veían con el micro, como si en vez de una grabadora tuvieras lepra). Me daba paseos arriba y abajo por los Porches (Heraldo y Onda Cero), por la avenida central del Parque (Diario) y la Avenida Juan XXIII (Ser, Localia y 40 Principales). Este año me he marcado un objetivo: la televisión, que hasta ahora nunca me han sacado. Y no quiero salir hablando de voluntariado, África, pobres... no señor. Yo saldré hablando, no sé, del sistema de extrapolación de votos en diputados durante las pasadas elecciones municipales. O de los nuevas actividades organizadas por la ludoteca municipal. O de los horarios fijados para la hostelería durante la semana de fiestas (aprovecharé para quejarme de que tengo un bar debajo de casa que no me deja dormir, cosa que no es en absoluto cierta, pero es que en un tema así, si eres becaria, hasta que no recoges alguna queja no te puedes volver a la redacción). Cosas importantes, vaya.
5 comentarios:
Yo también he estado en entornos periodísticos con becarios de TV local, y me reía mucho, porque me querían hacer las preguntas a mí si me veían saliendo para comer, de pura desesperación. "No no no, os lo curráis con gente que no conozcáis", les decía. Qué mamonazo que soy. Pero para aprender hay que mancharse!
es verdad yo te he visto alguna vez en las encuestas del diario!!
supongo que yo he siempre he sido de las malas de las que cruzan de acera.
si se pusieran con un barrilito de estos de heineken a dar una caña a todo el que conteste seguro que en vez de 5 sacaban al menos 15 respuestas.
oaby, eres malo, muy malo.
yo soy como tu kaktus, pero de la experiencia se aprende, pq tenia una ex que estudiaba periodismo y no solo la primera me la hacia a mi, de echo de ahi se como contestar, sino que luego me tocaba acompañarla a todas las encuestas y la verdad es que acabas odiando el mundo y eso que ni siquiera era cosa mia, cosas del amor juvenil, eso si desde entonces cuando veo a alguien alcachofa en mano, alla que voy, soy un experto en casi todo
y tu Oaby, efectivamente eres malo, maligno, 20 flexiones de castigo
Yo no soy malo!! Soy quasi-malo! La cocacola light de la maldad!! Sólo 1 caloría...
la cocacola light de la maldad!! me ha encantado!! te lo dejamos en 10 flexiones, entonces.
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