La teta: esa gran desconocida.
Qué falsedad más grande y qué irrealidad.
Cuando te “salen” es cuando eres expulsada del Paraíso. Porque no crecen, te “salen” de golpe. Despuntan una mañana y a la noche ya están ahí para el resto de tus días.
Qué estupendo era vivir sin ellas. Podías correr con el pecho descubierto sin que ninguna señora entrada en carnes te llamara desvergonzada; saltar a la comba sin protección ni seguro de riesgos a terceros; podías jugar a churro-va como un chicazo, y así un sin fin de actividades de las que nos hemos visto privadas.
Y qué me decís de la cantidad de accidentes que provocan. Dentro del porcentaje de los accidentes de tráfico provocados por despistes, que según dicen son por hablar por el móvil o por gritarle al GPS, son ocasionados por esos bustos impresionantes que en primavera florecen de las escotadas camisetas. Pero entenderlo, el Gobierno no puede plantear una campaña televisiva para la DGT con el fin de abolir los escotes provocativos.
Por no hablar de los accidentes laborales producidos sobre todo en el gremio de la construcción. Y es normal, desde esa altura deben de tener unas vistas impresionantes, se emocionan y se ponen a soñar sin anclajes de seguridad, y acaban precipitándose al vacío.
Y en el ámbito respiratorio también nos han afectado mucho esas dos protuberancias. Hemos perdido un montón de capacidad pulmonar debido a la presión en las costillas que ejerce el maravilloso invento del siglo pasado, conocido popularmente como sujetador. A la tal Mary Phelps Jacobs, que se le ocurrió la idea, le debió parecer muy cómodo, claro que ella usaba corsés.
Oh, qué felices éramos en el Paraíso.