06 marzo 2007

ESTARÉ ENFERMA???


Todas (bueno, casi todas) las niñas sueñan con vestirse de blanco, casarse, bailar el vals y bla bla bla.

Yo no, nunca lo he hecho. Mi sueño siempre ha sido otro, mi sueño siempre ha sido salir corriendo del altar y dejar plantado a un novio en el altar. No lo digo a coña, ni como recurso para escribir, siempre me ha parecido mucho más emocionante salir corriendo como una loca (evidentemente en mi sueño no llevaba unos tacones de 200 euros sino mis zapatillas de toda la vida) y luego pensar qué podría hacer una vez montado el cristo, que acabar la misa y cenar con gente que no conozco.

Es verdad, siempre lo he soñado y luego siempre he pensado que pobre novio y sobre todo que qué pastón malgastado (todo el mundo sabe que no te puedes quedar con los regalos) así que la versión oficial de mi sueño es una aversión total a todo lo relacionado con las bodas y una admiración todavía más extrema hacia la gente que es capaz de casarse sin hacer exactamente lo mismo que todo el mundo.

Por ello me encanta la gente que se pira a Las Vegas (si, vale no es la ostia de la originalidad pero al menos tampoco se prometen amor eterno o al menos amor del que cuesta un montón quitar de los papeles), se tira de un paracaidas o monta un picnic en el primer campo que ve.

Para este post he estando imaginando como sería mi boda si algún día cometiera el error de casarme (que con el ojo que tengo es un error que está claro nunca cometeré): Lo haría vestida de libélula, campanilla o cualquier cosa que lleve alas (la opción de angel de la muerte, tampoco me desagrada, la de Supernena la dejo para Carnaval). Para gusto o disgusto de los invitados sería obligado venir disfrazado y por supuesto el plato estrella sería la tortilla de patatas y las croquetas y la bebida oficial la cerveza. Y pillaría algún grupo de música del este (ODB no creo que nunca llegue a estar a mi alcance). Ni que decir tiene que la montaría en un sitio donde se pudiera acampar para pasar la noche (o el día).

Por eso no soporto las conversaciones sobre arras (o harras o como coño sea), sobre manicuras a la francesa, sobre diseñadores varios, sobre tipos de invitaciones (si ya te lo dicen pá qué te lo dan en papel, se piensan que eres tan tonto que no eres capaz de acordarte?, pues cómo dice la maru ¡manda un e-mail, coñe! que así además te ahorras la cena de la noticia y se lo dices a todo el mundo a la vez) sobre música adecuada para la ceremonía, sobre cómo recoger la cola del vestido, o sobre cómo sentar a los invitados (cómo quieran coño!! Y sino que se sienten en el suelo que es muy cómodo).

Por eso este sábado fue en parte un dolor y en otra parte una noche divertísima en la que me cercioré una vez más de la grata compañía de mi maru (amen de sus muchas otras virtudes), de su increíble humor y de su apoyo hacía mis tonterias aunque estas sean meterme a puta.

VIVAN LOS NOVIOS!!!!

(y las amigas solteras de la novia, que son las que, junto a los amigos del novio casados y hartos de sus esposas los que mejor se lo pasan y sobre todo los que de verdad hacen aprecio de la barra libre)


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ale cómo está mi reina!
Este post nos va ha hacer mucha gracia a tí y a mí, pero dudo que a alguién que esté eligiendo las dichosas invitaciones (en papelcouche-charol o envejecido) entienda nuestra asco-ironía.
Bueno esperemos que no lea nadie, sin el sentido del humor necesario.
Es que me parto la caja contigo...jejejejejejej

burbu dijo...

cuando te tiras una noche entera hablando(bueno, oyendo hablar, yo no tenía mucho que decir) de vestidos que cuestan una pasta, que son como tartas gigantes y encima solo te los pones un día, te trae al pairo herir sensibilidades.
Ala! que se jodan que la terrorista antibodas ha llegado y con más mala leche que nunca