Os cuento un secreto?

Llego a casa un lunes, después de estar todo el día yendo y viniendo. Son casi las diez y no tengo nada preparado para cenar. Debería haber ido a comprar comida pero se me ha complicado la tarde. He estado tomando unas cervecitas en el bar de debajo de casa con unas colegas, celebrando no sé bien el qué, hasta cerca de las diez de las noche. Vamos, lo normal para un lunes.
Abro la nevera y una bombilla pequeña me alumbra los desoladores aparadores; una botella de agua, un melón mohoso, una lata de cerveza y un tarro de mantequilla. Tal cual, os lo cuento.
Salgo a la galería a aspirar un poco más de aire fresco contaminado, acompañado de un cigarrillo. Decido recoger la ropa decolorada que tendí al sol la semana pasada y sigue allí todavía. (Ya podía buscar yo ese sujetador…) Para colmo, la Aloe Vera se me está secando. La riego. Vuelvo a la solitaria cocina y descubro un paquete de comida prefabricada para microondas que, según las instrucciones, estará lista en cinco minutos. Debería especificar: No apta para paladares delicados. Vuelco el contenido de tan suculento manjar en un plato, que apoyo sobre el sofá, y me dispongo a … ¿cenar?! (Sí, cenar o envenenarme, lo que sea, menos alimentar).
Dejo los restos sobre la mesita de cristal y me tiro en el sofá.
Treinta minutos después me despierto. Tengo la tele puesta y están dando la Porno de “Las Noches de Localia y Tú”.
Soy un Tío. Seas quien seas: ¡Fuera de Mí!
Quiero volver a ser La Maru! La de las recetas de cocina y la ropa planchada en los cajones.