06 octubre 2009

Toma aliento!

Respira.
Coge lenta y profundamente el aire por la nariz, y expúlsalo despacio y suavemente por la boca.
Nota como se hincha primero el abdomen y después la caja torácica. Te estás refrescando por fuera y por dentro. Te estás oxigenando y tu cuerpo te lo agradece.

Ahora imagina que te encuentras en este lugar, a 2.206 metros de altitud, con el ibón y el pico de Anayet a tus pies. Y vuelve a respirar.



Tras una caminata de tres horas el cuerpo está exhausto y la mente relajada. Es el yin y el yang. Una dualidad que nos hace sentir maravillosamente bien.


Y, sabes lo mejor? Es gratis! Y las vistas son acojonantes! jaja








2 comentarios:

J. Grau dijo...

no es por ofender, pero prefiero seguir con mis drogas legales de la ss... te tomas una y viajas y viajas y viajas, no sabes donde empieza tu yin y donde acaba tu yan y cuando vienen esas faltas de aire pues un orfidal y a tranquilizarse de nuevo jajajaja

bonitas vistas

la maru dijo...

McGrau, yo no sé si será el exceso de oxigeno o la altitud, pero me dió un subidón de adrenalina cuando llegué al destino, que tengo miedo a engancharme a esto de las alturas.
Mejórate!